Cuántas
veces nos hemos preguntado si estamos usando de manera eficaz los
recursos computacionales de la empresa? Después de tanta planificación e
inversiones en equipos de punta, es común que las empresas sigan
enfrentando desafíos de capacidad y desempeño en sus procesos de
operación.
Además, otro gran compromiso que hoy asumen los sectores de TI es el
uso racional de energía. Ante este nuevo escenario, en el que se
necesita computación móvil, ágil y eficiente para toda la empresa, la
pregunta principal es cómo aumentar la capacidad de procesamiento sin
ampliar el espacio del centro de datos o, incluso, cómo reducir los
costos de mantenimiento sin comprometer la calidad del servicio. Ambas
son preguntas frecuentes de quien es responsable por la administración
del centro de datos, sean éstos últimos pequeños como el rack de una
sala de estar, o enormes, de hasta miles de metros cuadrados de piso
flotante.
Este año cumplió
50 años la Ley de Moore. Una proyección realizada por Gordon Moore, uno de los fundadores de Intel, que
preveía que la capacidad computacional se duplicaría cada 24 meses y que, hasta el día de hoy, se muestra válida.
Sin embargo, la realidad de muchas empresas no acompaña el ciclo de 24
meses, y estas pasan varios años gastando tiempo y dinero en el
mantenimiento de los mismos equipos antiguos – ya sean notebooks,
impresoras, servidores, equipos de red, u otros.
Lamentablemente, la empresa que cree que tener el mismo equipo
cuatro, cinco o más años le garantizará una reducción de costos, se
equivoca. De acuerdo con los estudios de Intel,
un computador
desktop actual procesa aplicaciones de negocios -como mínimo- 2 veces
más rápido que un PC con más de 4 años de uso, lo que genera
impactos directos en la satisfacción del usuario y en el tiempo
necesario para la ejecución de tareas. Adicionalmente, un dispositivo
nuevo tiene un consumo energético 60% más bajo que un equipo de 4 o 5
años de vida.
Si bien se habla mucho del poder de procesamiento de los nuevos PCs,
notebooks, All in One, 2 en 1 y tablets corporativos, se ha ido
olvidando la necesidad de renovación de los servidores a pesar de que
son el “corazón” de la computación en red.
La tecnología de la información es un campo en constante
transformación y, a pesar de ser dinámico, existen formas de medir la
eficiencia en términos de proveer recursos computacionales, como por
ejemplo SUE (del inglés:
Server Utilization Effectiveness), que básicamente hace medible la oportunidad de mejorar dicha eficiencia. Sobre la base de este cálculo,
se concluyó que los servidores con 2 años de uso (de 2013, por ejemplo)
entregan 50% de la capacidad de procesamiento que la misma cantidad de
servidores nuevos (2015). Si se sigue esta lógica, los servidores con 4
años (2011) entregan solo 25% de la capacidad de un servidor actual.
Analizando esta evaluación con un poco más de detalle y considerando
que los servidores con edades distintas comparten el centro de datos y
poseen consumos energéticos semejantes, o incluso más bajos para los más
nuevos, tenemos que si una empresa cambia los servidores de más de 2
años por servidores nuevos obtiene un aumento de aproximadamente 50% de
la capacidad de procesamiento en el mismo espacio físico y con
eficiencia energética.
Para que la empresa aumente su competitividad y obtenga ventajas ante
la competencia en su mercado, la TI es una de las formas de
diferenciación competitiva y debe trabajar de forma activa en la
adecuación de su infraestructura tecnológica de un extremo a otro, para
enfrentar los cambios del mercado. Estamos viviendo tiempos de trabajo
móvil en todo el mundo y la empresa que no adhiera a esta dinámica
podría comprometer su negocio. Para ser competitiva, la empresa necesita
estar dispuesta a promover cambios más rápidamente que lo que ocurre en
el ambiente externo. De lo contrario, estará optando por no evolucionar
a la velocidad del mercado.
Artículo escrito por
Bruno Domingues, Arquitecto Principal de Intel para América Latina.